miércoles, 23 de septiembre de 2015

La desolación es una piedra de luz
una esmeralda fulgurante en el corazón
de las criaturas que surcan lejanas vastedades
innúmeras tuplas del espacio y el tiempo
el espúreo zafiro de la mente
un  hueco sin amor
la nada que todo lo oculta
el algoritmo atado que no logran romper
espiando los mapas donde sólo se lee
la narración cifrada del vacío
en el que flotan a través de eones
la ulisianas razas vibrantes
devastando serenas las distancias
enormes como majestuosas olas
alzadas y devoradas en playas de dulzura inefable
apagadas como los rescoldos del edén
y al final sólo el eco de tu nombre
más antiguo que el viento
fuente de murmullo silente
desnudo tras la brisa
en el filo
al margen del momento
cuando el beso o el ocaso
desperdigados como sueños naufragados
corren corriente abajo
y la desesperación es un camino de ternura
cuando tu risa oceánica que nadie escucha
siembra con delicada y persistente locura
todo el bien
como una piedra de luz
para criaturas desoladas
hermanas de la escoria y el asombro
brillantes como la nada más salvaje

domingo, 19 de julio de 2015

Si..

Si supiera contar lo que siento
cuando el viento suspira
y la luz más temprana
murmura suavemente su aliento
el eco de alguna voz lejana
rebota entre las piedras
en las calles tranquilas
y da igual que sea ahora
la primera mañana o la tarde serena
si contemplo innúmeros aspectos
los átomos que juegan
dando forma a tu tempo
tan repleto de vida
¡cómo saber porqué!
de colores que vibran
luminosos
matices dentro de matices
mil destellos ardientes
encienden una rabia alegre en el pecho
mareas seductoras
en tus besos borrachos de espuma
en tus ojos la luna
las estrellas danzando en el espejo
y en los ríos
las enormes distancias
del espacio y el tiempo
infinito en las pieles
las fronteras malditas
tan soberbias e ignaras
las montañas de puro silencio
el deseo y la forma en el viento.

Oh belleza terrible
si supiera contar lo que siento
la materia que mira,
la materia que canta
la que empieza y acaba
y alaba,
que se mece silente,
se multiplica
en la caza, o que sueña
la que es simplemente
y aquella que mata
a la que muere
oh energía incesante
si alcanzara a entenderte.

Pero sólo contemplo
idiota enmudecido
enredado entre la maravilla
esta herida de muerte,
en qué bosques complejos,
la reacción que respira
el instante que ocurre
la ecuación cuya sombra
ilumina el momento
en que tu enorme mirada
desnivela algún alma.

Tanta vida
por las mismas cadenas enlazada
las flores del dolor
danzando en tu mirada
¿has visto a la leona y sus cachorros devorados?
es sólo presente sin futuro
es sólo ausencia de elección
la inocencia del niño que se rompe
la hormiga que se afana para nada
el viento que gime entre las ramas
la tarde que brilla azul cansada
donde aún flota el beso que no fue.

La integral de exponente x cuadrado
igual a raíz de pi
la mente desolada
la risa estremecida del deseo
el abrazo de amigo
unos que vienen, otros que se van
aquellos que amaron como si fueran dioses
el riesgo, lo seguro, la aventura
todo se desvanece lentamente
las lágrimas la química
si es que hay un algoritmo que desgrana
el devenir cambiante de los mundos
maldigo la instrumentalización de lo que somos
bendigo sus rutinas si de algún modo salvan
los besos, las miradas, las caricias, los suspiros
los sempiternos gestos que se apagan
si el tiempo es una trampa
del dios de antes al que fue después
yo canto rebelde, enajenado,
danzarín que bebe subversivo y absurdo
la hez de su derrota
desde dentro del sistema yo celebro
yo canto para nada
la risa y el llanto en la mirada

lunes, 20 de abril de 2015

anciana

La primavera temprana, el sol brillante y tardío
enciende el plástico barato de las mesas del bar,
donde un árabe, capitán de su nave en algún mar,
divisa absorto la llegada del estío.

Pasan fugaces los senderos del asfalto,
sin cariño ni amor, sin la señal,
aquejados quién sabe de qué mal,
cada gesto ayuno de lo alto.
Ay, mi anciana oscura y afilada,
templo trágico y exhausto,
que esquiva mi mirar.

Tomar tu corazón quisiera entre mis manos,
hacia un horizonte sin final,
desplegar sus alas en vilanos
que se funden en el mar.
Desposeídos,
de este atardecer que arrebata nuestros nombres,
esta luz que nos apremia ahora,
¿no escuchas sus bramidos de batalla?
Anciana si pudiera liberarnos,
las malditas y mezquinas cadenas esquivar,
este olvido fatal que nos aflige
y nos termina antes siquiera de empezar.

domingo, 8 de febrero de 2015

Danza fugaz

A veces baila,
a veces se pregunta
si existe algo mejor que bailar.

Gira la noche de las ausencias
y la feria de las mentiras
respira indiferencia
se ríen risas
se lloran lágrimas
y se pierde
o se gana.

A veces baila,
a veces me pregunta
si existe algo mejor que bailar.

Deslizaste frágil
tu caricia helada
borrando algún recuerdo
con tu lengua de agua,
hermana de mi sed.
Por ti elegido,
hojeé algunas páginas
en el alfabeto de la maravilla.
Recité mis versos,
rellené los impresos:
aquel rostro expectante
detrás de la ventana...
Pagué todas mis deudas
y planché mis camisas,
es sólo que,
a veces danza
a veces se pregunta
si existe algo mejor que danzar.

Lo siento,
musité mi oración
y guardé los preceptos
pero nunca importó.

Todos los sueños que soñé
nunca podrán distinguir al bailarín
de su danza
pero tampoco importa.
A veces danza...

domingo, 1 de febrero de 2015

Cuatro paredes

De la desolación recuerdo
el resplandor del viento perseguido por la arena
en mi boca el resabio
la mordedura torpe de los labios de acero
los dulces senderos en tus manos tendidas de caricias
cuchillas frías bebiendo del cuenco dorado de la tarde
en la distancia el fulgor de aquel vestido roto
verdes jirones danzando al son de espuma
alzada en el instante
junto al zen de los monjes iluminados
en el templo de las horas apostando serenos las mil vidas
zambulléndonos más allá del nirvana
en pos de nuestros nombres.

La fuerza brillante de tus golpes
en medio del combate
las carcajadas estentóreas de la muerte
todavía el eco de su lamento resuena
en los pasillos del cosmos
ante  la feroz insistencia de nuestra victoria
risueños locos, indómitos,
nómadas de la senda innúmera
extraviados entre arena y viento
en el prístino hueco de la nada
cabalgando sempiternos hasta el santuario.

Alegres sí, inconcebibles,
hermanos en el deleite inefable
de la derrota absoluta
tras sentarse en el centro del bullicio
colmando las estrellas de silencio
oh luceros ardientes
yo recorrí los eones de albor y tiempo
más allá de sus labios bruñidos
en el desamparo de su gélida belleza
lucen tenues sus lágrimas
sacien la sed de mundos
sí, recuerdo,
sentados sigilosa y puramente
meditando las espirales que bostezan
y cuando el gong resuena
la senda nos encuentra otra vez
la polvareda del camino nos anuncia
que la nada fue solamente otra ilusión.

domingo, 11 de enero de 2015

Plegaria


Concédeme percibir esas secuencias
que delinean el mundo
brillante en sus heridas.
Entre las cuerdas ilusorias del espejo,
deja que me deslice,
buscando aquél reflejo,
el lugar glauco de las olas.

En la vorágine incesante del anhelo,
en esta mañana del cosmos que se inicia,
muéstrame que no somos esqueletos de arcilla engalanados,
sino caricias que transitan
completando los huecos.

En este globo embarullado,
no una mancha fugaz,
sino el líquido rumor de los océanos
y su deleite insondable,
donde transcurre el juego.

Más acá de los grises confines del fracaso,
no el estruendo del dolor lo que acontece,
sino el rugir sempiterno de la mar
donde, nautas eternos, navegamos.
 No el suspiro helado y ausente que parece,
sino una brisa loca, hermana,
besándose,
ardiente entre las ramas.

Otórgame el abandono sin fronteras,
el deleite del cambio,
que se ama en las pieles surcadas,
pródigas, sedientas,
hijas del lecho oscuro 
donde el tiempo germina en tu sonrisa.

No el sonido descuidado del cansancio,
como la bota indiferente en el asfalto,
sino el aleteo del viento en aquel bosque,
el giro iluminado que breve chispea en las alturas,
el recuerdo de tu huella desnuda en lo más alto.
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