miércoles, 25 de enero de 2017

Asombra tu belleza tan serena
de pulida dulzura
forjada en el acero de la pena
de letales aristas que acarician
sin premura
pausados surcos que lloran en mi piel
tantos otros impostan señorío
ni pesa ni sostiene
no desplaza del cero ningún fiel
no atisban ni de lejos el combate.

Como el giro silencioso de las nubes
y la danza brillante de las hojas
el invierno detrás de los cristales
corazones que arden.

Tu sonríes gran guerrera
silente fortaleza te deslizas
mi pecho está desnudo y ofrecido
las manos vacías con fiereza
mi alma rastrea los caminos
aullando por los bosques

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