Cuando arde mi destino
y el vértigo brillante se desliza
feroz
en la vehemente marea de las horas
entonces la luz
el hondo y sereno clamor
de tu mirada
Cuando vibrantes destructores
los besos a cuchillo
el aullido
silente y vacío
de la ausencia
atraviesa mi alma
cuando el ser entero resuena
en los espacios innombrables
la suavidad de tus jardines
me arrebata
Mi tribu mi alegría
deslumbrantes y exiliados
perdidos en los puertos y las olas
las enormes piedras de la noche
sujetas a la espalda
joviales
navegantes varados en la calma
sin tu nombre
entonces
la caricia serena de la tarde
me acompaña
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