Ayer la luz
hoy el recuerdo
ayer la nitidez extrema
de las cosas reflejadas
en el descaro brillante
e inmortal
la percepción certera
del movimiento y las aristas
el silencio ardiendo en el asfalto
o tu piel de alquitrán
el aire el cielo la claridad
bajo algún puente
quietos los labios
las miradas
sin miedo
al viento y el espacio
extraviados
en la eternidad imposible
de un instante
voces audaces resonantes
la interacción, la vida
en las aceras y el cosmos
dentro del cráneo
risas menesterosas
jugando entre chatarra
indiferentes
a gélidos cuchillos
que no osaban rozar
al bien profundo
con sus olas
bailando en nuestros brazos
pordioseros
libres entre los cuatro ejes
la luz girando en los harapos
de las horas mugrientas
que bebimos hasta emborracharnos
aletea aún aquella risa
y su resaca en estos labios
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