a veces somos infinitos
a veces ardemos todavía
como el fuego puro del comienzo
consumiendo los corazones desolados
de los poetas errantes
hijos del viento
forajidos
a los que nadie besa
pero que tantos aman
lo sé
como sé a mi piel
que nadie puede arrebatarme
sin hurtarme a mí mismo
fuimos eternos y distintos
por eso no lastiman demasiado
aquellas horas limpias y perfectas
momentum cristalino
sé que la noche
delicada, quieta e imposible
con más besos que instantes
genera su propio espaciotiempo
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