La desolación es una piedra de luz
una esmeralda fulgurante en el corazón
de las criaturas que surcan lejanas vastedades
innúmeras tuplas del espacio y el tiempo
el espúreo zafiro de la mente
un hueco sin amor
la nada que todo lo oculta
el algoritmo atado que no logran romper
espiando los mapas donde sólo se lee
la narración cifrada del vacío
en el que flotan a través de eones
la ulisianas razas vibrantes
devastando serenas las distancias
enormes como majestuosas olas
alzadas y devoradas en playas de dulzura inefable
apagadas como los rescoldos del edén
y al final sólo el eco de tu nombre
más antiguo que el viento
fuente de murmullo silente
desnudo tras la brisa
en el filo
al margen del momento
cuando el beso o el ocaso
desperdigados como sueños naufragados
corren corriente abajo
y la desesperación es un camino de ternura
cuando tu risa oceánica que nadie escucha
siembra con delicada y persistente locura
todo el bien
como una piedra de luz
para criaturas desoladas
hermanas de la escoria y el asombro
brillantes como la nada más salvaje